El término desarrollo infantil hace referencia a los cambios biológicos y psicológicos que ocurren en los seres humanos entre el nacimiento y el final de la adolescencia, conforme el humano progresa de dependencia hacia su autonomía.
Es un proceso continuo con una secuencia predecible única a seguir para cada niño. Sin progresar al mismo ritmo, cada etapa es afectada por sus formas de desarrollo en sus primeros años. Debido a que estos cambios de desarrollo pueden estar fuertemente influenciados por factores genéticos y eventos durante su vida prenatal, el desarrollo prenatal está incluido, por lo general, en el estudio del desarrollo infantil. Algunos términos relacionados son psicología del desarrollo, refiriéndose al desarrollo durante el tiempo de vida, y pediatría, la rama de la medicina relacionada con el cuidado de los niños. Cambios en el desarrollo infantil pueden ocurrir debido a procesos genéticamente controlados conocidos como maduración[1] o como resultado de factores ambientales y aprendizaje, pero por lo general se deben a una interacción entre ambos factores. Puede ocurrir también como resultado de la naturaleza humana y a su habilidad de aprender de su entorno.
La autora Jill Stamm, en su libro Neurociencia Infantil. El desarrollo del cerebro y el poder del cerebro de 0 a 6 años (2018)[2] señala que es necesario tener información sobre cómo se desarrolla el cerebro y qué necesita para llegar a ser un órgano sano, autorregulado y capaz de aprender. Por otra parte, además destaca que no todas las partes del cerebro se desarrollan a la vez, algunas regiones conectan más rápidamente, mientras que otras regiones "refinan sus conexiones a lo largo de períodos más extensos".
Muchas referencias científicas han señalado que el mayor desarrollo del cerebro del niño tiene lugar durante los primeros tres años y un gran condicionante de este desarrollo está supeditado al entorno en el que el niño crece, a la nutrición y alimentación que recibe, a la atención de su salud, la protección que recibe, las interacciones humanas, el afecto y las emociones que experimenta. La atención, el cuidado y una educación de buena calidad son factores determinantes para que los procesos físicos, sociales, emocionales y cognitivos se desenvuelvan apropiadamente y contribuyan a ampliar las opciones de los niños a lo largo de su vida.[3]
Los niños provenientes de entornos familiares desfavorecidos son más susceptibles a tener problemas de desarrollo y una salud deficiente. Por ello, se han desarrollado intervenciones domiciliarias, cuyo objetivo es ayudar a los padres a proporcionar un ambiente familiar de mejor calidad para sus hijos con el fin de prevenir o mitigar estos resultados adversos. Específicamente, estos programas buscan optimizar los resultados de desarrollo de los niños a través de la educación, la capacitación y el apoyo a los padres en su propio hogar, para que estos puedan proporcionar un entorno estimulante y educativo para sus hijos.
Una revisión sistemática de siete estudios, realizados en Estados Unidos, Canadá, Jamaica, Irlanda, Bermudas y una ubicación no especificada, evaluó la efectividad de las intervenciones domiciliaras sobre los resultados del desarrollo infantil. La evidencia de cuatro de los estudios afirma que estas intervenciones no tienen impacto alguno en el desarrollo cognitivo de los niños en etapa preescolar provenientes de familias socialmente desfavorecidas. Asimismo, no se pudo llegar a conclusiones para resultados secundarios tales como el desarrollo físico infantil y la conducta parental. Sin embargo, la evidencia es poco convincente, por lo que se requieren más estudios.[4] Sin embargo es evidente que el desarrollo de la actividad motora está relacionado íntimamente con el desarrollo del lenguaje.[5]
Además, es fundamental considerar que el desarrollo infantil puede verse afectado por condiciones como el autismo, un trastorno del neurodesarrollo que impacta las habilidades sociales, la comunicación y el comportamiento. Los niños con autismo pueden presentar un desarrollo atípico, lo que significa que sus trayectorias de aprendizaje y desarrollo pueden diferir significativamente de las de sus pares. La identificación temprana y la intervención adecuada son cruciales para mejorar los resultados en estos niños, ya que pueden beneficiarse enormemente de un entorno estructurado y de apoyos específicos que fomenten sus habilidades. Así, al igual que con otros aspectos del desarrollo infantil, es esencial proporcionar un entorno que no solo sea inclusivo, sino que también se adapte a las necesidades únicas de cada niño, asegurando que todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.